La soledad del profesor(a) El problema no es si las máquinas piensan, sino si los hombres lo hacen (B.F. Skinner) Cranston (1998) se preguntaba si los profesores
están preparados para enseñar en el nuevo milenio. Y responde que si miramos
el trabajo de los alumnos en sus clases y colegios, lo que encontramos es más
un modelo del siglo XIX. Afirma que se demanda un cambio en la forma como se
concibe la profesión docente: Un profesional que no dedicará toda su vida
profesional en un único sistema educativo o incluso en un único país, un
trabajador del conocimiento. Y, de la misma manera que los estudiantes, los
profesores deben prepararse para trabajar en un ambiente cambiante e
impredecible, en donde el conocimiento se construye desde diferentes fuentes
y perspectivas. Pero ocurre que a la
tarea de enseñar los profesores siguen enfrentándose generalmente en
solitario. Sólo los alumnos son testigos de la actuación profesional de los
profesores. Pocas profesiones se caracterizan por una mayor soledad y aislamiento.
A diferencia de otras profesiones u oficios, la enseñanza es una actividad
que se desarrolla en solitario. Como de forma acertada afirma Bullough, la clase es el santuario de los profesores...El
santuario de la clase es un elemento central de la cultura de la enseñanza,
que se preserva y protege mediante el aislamiento, y que padres, directores y
otros profesores dudan en violar (1998). Cuando estamos asistiendo a
propuestas que evidentemente plantean la necesidad de que los profesores
colaboren, trabajen conjuntamente, etc., nos encontramos con la pertinaz
realidad de profesores que se refugian en la soledad de sus clases. Ya
resulta clásico el estudio llevado a cabo por Lortie
en 1975, en el que mediante entrevistas estableció algunas características de
la profesión docente en Estados Unidos, que no sólo son de gran actualidad,
sino que son perfectamente aplicables a nuestro país. Una característica
identificada por Lortie fue el Individualismo. Este
individualismo se produce en opinión del autor por la ausencia de ocasiones
en las que los profesores puedan observarse unos a otros, y ello se produce
desde los primeros años de formación como profesor y posteriormente durante
el proceso de socialización. El aislamiento de los
profesores está favorecido evidentemente por la arquitectura escolar, que
organiza la escuelas en módulos estándar, así como
por la distribución del tiempo y el espacio, y la existencia de normas de
independencia y privacidad entre los profesores. El aislamiento, como norma y
cultura profesional tiene ciertas ventajas y algunos evidentes inconvenientes
para los profesores. En este sentido señalan Bird y
Little (1986) que aunque el aislamiento facilita la
creatividad individual y libera a los profesores de algunas de las
dificultades asociadas con el trabajo compartido, también les priva de la
estimulación del trabajo por los compañeros, y se deja de recibir el apoyo
necesario para progresar a lo largo de la carrera. Es más, cuando en el mundo
de las empresas se está hablando de la necesidad de gestionar el conocimiento
como medio para rentabilizar ese saber hacer que los empleados han ido
acumulando a lo largo del tiempo, en la enseñanza, en palabras de D. Hargreaves, los profesores "ignoran el
conocimiento que existe entre ellos; por tanto, no pueden compartir y
construir sobre este conocimiento. Al mismo tiempo tampoco conocen el
conocimiento que no poseen y por tanto no pueden generar nuevo conocimiento.
Hay una compleja distribución social del conocimiento en la escuela: ningún
profesor en particular conoce o puede conocer la totalidad del conocimiento
profesional que los profesores poseen" (1999:124). Ello es
debido a que gran parte del conocimiento de los profesores es tácito, difícil
de articular y el objetivo de la gestión del conocimiento consiste en ayudar
a la organización a utilizar su propio capital intelectual. El aislamiento representa
un barrera real frente a las posibilidades de
formación y de mejora. Los cambios que se están produciendo en la sociedad
inciden en la demanda de una redefinición del trabajo del profesor y
seguramente de la profesión docente, de su formación y de su desarrollo
profesional. Los roles que tradicionalmente han asumido los docentes
enseñando de manera conservadora un curriculum
caracterizado por contenidos académicos hoy en día resultan a todas luces
inadecuados. A los alumnos les llega la información por múltiples vías: la
televisión, radio, ordenadores, Internet, recursos culturales de las
ciudades, etc. Y los profesores no pueden hacer como si nada de esto fuera
con ellos. Salomon nos ofrecía su metáfora respecto
a que se está modificando el rol del profesor desde transmisor de
información, el solista de una flauta al frente de una audiencia poco
respetuosa, al de un diseñador, un guía turístico, un director de orquesta
(1992:42). Así, el papel del profesor debería de cambiar desde
una autoridad que distribuye conocimientos hacia un sujeto que crea y
orquesta ambientes de aprendizaje complejos, implicando a los alumnos en
actividades apropiadas, de manera que los alumnos puedan construir su propia
comprensión del material a estudiar, trabajando con los alumnos como
compañeros en el proceso de aprendizaje. Los cambios en los
profesores no pueden hacerse al margen de cómo se comprende el proceso de
aprendizaje de los propios profesores. ¿cómo se
aprende a enseñar? ¿cómo se genera, transforma y
transmite el conocimiento en la profesión docente? Unos cambios que se
concretan en formas distinta de entender el aprendizaje, la enseñanza, las
tareas, así como los medios y la evaluación (Blumenfeld,
1998). Te invito a leer el trabajo completo. Carlos Marcelo
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